Fotos de la tia

Una vez en casa de mi madre, hablando sobre fantasmas, me contó una curiosa historia sobre una tía suya.

Su tía era una mujer rara, solitaria y muy huraña, nadie quería saber de ella y ella de nadie, ni tan siquiera de su familia. Vivía en un pueblecito de Castilla, con muy pocos habitantes, en una casita de piedra, bastante apartada del resto. Sólo salía para comprar lo necesario. Se llamaba Claudia, pero en el pueblo se la llamaba la Loca.

Una vez la vieron bajar corriendo por el sendero que llegaba a su casa, desmejoradísima y con los ojos desorbitados, chillando que estaban ocupando su casa y que a ella de allí, no la iban a echar. La gente del pueblo no hacía más que hablar de lo mal que estaba, que estaba para que la encerrasen.

La abuela de mi madre estaba desesperada por lo que le ocurría a su hija y de lo que se hablaba en el pueblo. Los intentos que hacía por hablar con ella, eran vanos.

A la tía de mi madre, en la soledad de su retiro, le dio por fotografiar sus habitaciones. Tenía una rara obsesión por plasmar en papel todas las partes de su casa. Tengo que decir que su gusto por la fotografía venía de su padre, fotógrafo de profesión.
Ella sabía todo lo que tenía que saber de fotografía, como revelados, tipos de papel etc. Y disponía de todo lo necesario para su elaboración. Su padre la enseñó a saber del oficio, y cuando él murió, todo el material pasó a pertenecerle, ya que ninguno de sus otros dos hermanos tenía el menor interés.

Su casa disponía de un gran salón con cocina y un largo pasillo con cuatro habitaciones y dos cuartos de baño. Fotografiaba las habitaciones desde diferentes perspectivas. Un día se dispuso a fotografiar una de las habitaciones que quedaba al fondo del pasillo, con una luz media. La puerta estaba entornada y sólo asomaba una parte del armario. Un armario de color haya y un barnizado que lo hacía brillar casi como un espejo.
El revelado de las fotos le mostró algo que se reflejaba en el armario. Esto sería la causa de sus últimos días en el pueblo. En esos días, se repetían las bajadas de la tía al pueblo como una loca y vociferando.

“ Están en mi casa ”, “ No me van a echar ”.

La tía veía en las fotos caras reflejadas en el armario. Cada día veía más caras y todas distintas, siempre en el mismo sitio. Caras que mostraban piedad, otras tristeza, maldad, angustia, dolor, horror. Esto a la tía le empezó a obsesionar y la aterrorizaba, no se atrevía a pasar del salón y se instaló allí, dejando a las caras toda la parte del pasillo con sus correspondientes habitaciones. No comía ni dormía, vigilaba su territorio como un perro guardián.

En el pueblo ya no la veían, y su madre no hacía más que lamentarse de que era muy mayor y no tenía fuerza para ayudarla.

Un día empezó arder la casa de la tía. Le había prendió fuego a la vez que gritaba: “Es mía… míaaaaa”

Ese día la encerraron en un manicomio, la tía estaba ida. Ella le contó todo a su madre en una de las pocas visitas que aceptaba recibir. Autora: Andrea Romero Publicado en www.losmejorescuentos.com

Ovnis

Esta historia de desarrolló en el campo, en una de esas casas patronales grandes y misteriosas, donde en la noche una obscuridad sobrecogedora no te dejaba ver ni la palma de tu mano, una obscuridad que no dejaba ver nada, a excepción de las extrañas luces que aparecían en el cielo cada noche.

Ismael hace ya varios días venía viendo las luces que se dejaban ver extrañamente cada vez que el sol se iba, y la obscuridad reinaba. Nunca se le pasó por la cabeza que esas luces podían provenir de algún objeto volador de otro planeta. Quizás por ser sólo hijo de un granjero, Ismael nisiquiera conocía a los ovnis. Lo que si sabía, era que en la noche esas luces les robaban energía electríca, como cuando Ismael yacía sentado en una de esas sillas antiguas que se balancean. Estaba tomando la fresa brisa de viento que le acariciaba el semblante. Entonces, dos luces aparecieron desde detrás de las montañas. Una estaba conformada de 4 luces, una a cada extremo, formando una cruz. La otra sólo era una luz roja, con una luz blanca abajo. Ismael presenció el espectáculo un momento, cuando las luces se posaron sobre el techo de la casa, y un zumbido comenzó a sonar. Ismael corrió a refugiarse a su alcoba, asustado. Despertó a su padre y este también presa del miedo, ante las amenazantes luces, que ahora se habían dado cuenta que poseían vida y podrían ser cosas que ellos nunca habían visto, quizás seres de otro planeta, abrazó a su hijo y agachados en forma de protejerse esas cosas de otro mundo, permanecieron en el suelo uno junto a otro, hasta que el zumbido cesó. Las luces poco a poco se alejaban por las montañas hasta desaparecer por completo. Ismael dormió con su padre esa noche.

A la mañana siguiente, toda la prensa estaba ante los círculos dejados por los ovnis. Ahora Ismael y su padre comprendieron la naturaleza de aquellas cosas. Y además, habían dejado en sus siembras, gigantescos símbolos. Mientras entrevistaban al padre, Ismael conversaba con sus amigos sobre la experiencia vivida:
-Aún no lo puedo creer, Ismael. Estás seguro que esas cosas eran ovnis?. Si es así, me gustaría que me raptaran.
-Te refieres a que esas cosas también se llevan a la gente?
-Si claro, Ismael. Quizás esta noche te lleven. Serías muy afortunado.
-No lo creo!

Cayó la noche. Ismael había sido seleccionado. Vió las luces aproximarse através de su ventana, cada vez mas cerca. Intento llamar a su padre, pero su cuerpo estaba paralizado. Sólo sentía el miedo en su mente, se esperaba lo peor. Los seres empezaron a entrar por la ventana. Él no se podía mover. Era el peor miedo que había sentido en su vida. Los seres se colocaron alrrededor de la habitación. No tenían ni ojos, ni nariz, ni nada parecido a un humano en la cara. Sólo tenían una cicatriz que irradiaba una extraña luz morada, en el lugar de la frente. Su color de piel era mas o menos como el de un humano. Tenían dos dedos en cada mano, en forma de garra, y por la espalda sobresalía otra mano. Tenían los dos pies, y el traje era de un color azul oscuro. Los seres se colocaron las manos en la frente, y hicieron levitar a Ismael. El chico sudaba de miedo. Flotando, atravesó la ventana y subió por la luz que provenía de debajo de la nave. Adentro ya todo parecía un sueño, mas bien una pesadilla. Habían dos máquinas que ya tenían otros humanos en ellas, y una tercera destinada para Ismael. En la primera máquina, había una persona desnuda, con toda la cabeza abierta. El cerebro y las cosas de adentro habían sido colocadas en una mesa transparente. La sangre en unas bolsas que colgaban. Los seres investigaban la cabeza del cuerpo humano, con ese pobre desgraciado. En la otra máquina, los seres se disponían a investigar el estómago. Como era de esperarse, el estómago del tipo estaba abierto, y los órganos sobre una mesa. Ismael llegó flotando hacía la máquina, y ésta, con sus tentáculos agarró a Ismael y lo sujetó firmemente. Entonces, desde un pasillo negro de la nave, un ser llegó levitando hacía Ismael. Con una máquina, le perforó la frente y le inyectó una especíe de jeringa a Ismael, que iba conectada al cerebro. En ese momento Ismael se desmayó y ya no recordó nada. Sólo sintió que los seres lo seguían husmeando, por todo su cuerpo, que le extraían cosas y le agregaban, y que sobre todo se metían con su cerebro...

Después de un rato, Ismael se encontraba sobre el pasto tirado...
Se sentía mal y viejo. Se sintió la cara y tenía arrugas y una barba. Ya casi como si hubiera estado en una pesadilla en la que nunca despertaría, se volvió loco. Comenzó a gritar mientras pareciera que hubieran pasado muchos años, en los pocos minutos que los seres lo habían raptado. Gritó toda la noche hasta que llegó la obscuridad. Vió las luces acercarse. Hizo esfuerzos para levantar su cuerpo viejo, y ante la terrible experiencia vivida, y al no quererla vivir de nuevo, y con todo el terror que tenía, con esfuerzo, se lanzó al río y murio ahogado, mientras las luces se retiraban. Publicado en: www.aterrorizar.com

Diario de mi muerte

Hoy ha llovido toda la tarde y mamá no me ha dejado salir a jugar, pero igual he salido. Y ahora me he enfermado. Me duele mucho la pancita y la cabeza. Papá trajo a una mujer para que sea mi enfermera. Es una mujer joven. Mamá no quiere que se quede aquí conmigo ni que me cuide. Dice que es una bruja. Así que le ha pedido al criado que traiga la cama de ella aquí junto a la mía.

Día 17 de abril de 1895

Mama parece que también ha enfermado. Ahora Ella debe cuidarnos a las dos. Mama está mal. Tiene fiebre y habla cosas que no entiendo que significan. Me asusta que esté así...

Noche del 17 de abril de 1895

Fui a buscar un vaso de agua para mama y sin querer espié por el dormitorio de Ella. Estaba con papá. Y el la besaba y hacían cosas... Me fui corriendo pero creo que ella igual me vio...

Día 20 de abril de 1895

Ella le trajo a mamá una cosa rara para que comiera. Mamá no quería y ella la obligaba. Le abría la boca y le ponía eso y le hacía tragar todo. Después le daba leche...pobre mama... cada vez está peor, y yo no mejoro nada, aunque ya no me duele la cabeza. No le conté nada de lo que vi la otra vez, o se pondría peor. Ella creyó que yo estaba dormida y no me hizo ni me dio nada. Papa viene y nos saluda de vez en cuando. Mama esta casi todo el día inconsciente y de noche cuando esta cuerda me dice que no coma lo que Ella me da...

Día 1 de mayo de 1895

Mamita se ha ido al cielo. Eso me dijo papa. Pero yo se que mami no se quería ir. Ella le ha obligado. Es mala. No quiso que fuera con ellos al cementerio porque dice que soy muy revoltoso y que desobedezco. (Quisiera que mama estuviera aquí así me explicaría que es revoltoso). Papa ya no me quiere. Hace mucho que no viene y me habla como antes... Ahora la quiere a Ella...

Día 6 de mayo de 1895

Tengo miedo. Ella me ha querido mandar lejos. No quiere que este con papa. Quiere que vaya a un internado y papa no quiere. Ella ha mirado como si quisiera que desapareciera... le tengo miedo. Ayer me ha quitado a Tito y no me lo ha devuelto. Le he rogado pero me ha dicho que soy un niño grande ya para tener osos. ¡No me importa! Mama nunca me ha quitado a Tito. Se lo he dicho y me ha dado un bofetón. Es mala...

Día 24 de mayo de 1895

Me siento mal... creo que le ha puesto cosas raras a mi comida cuando estaba dormido. Esta noche me voy a hacer el dormido y la voy a espiar...

Noche del 24 de mayo de 1895

Ha dicho que no me quiere, y que le estorbo. Que quiere que me vaya al cielo con mi mama así ella puede quedarse con mi papa... Es mala... Mami.... ¿me estará viendo? Desde el cielo deben verse muchas cosas... mamita... si me ves avísame que me esta haciendo... aunque... no, no me digas nada... papa ya no me quiere mas y yo quiero estar contigo.

Día 31 de mayo de 1895

Papa ha venido a verme y se ha asustado. Ha dicho que parezco un fantasma... pero yo se que es por culpa de ella. Ella no quiere que escriba más y ha buscado este diario por todas partes. Pero solo yo se donde está. Igual he tenido que cambiar su escondite. Ahora está bajo el pedazo de loza que esta suelto bajo mi cama... Espero que no lo pueda encontrar.

Día 12 de junio de 1895

Me voy a encontrar con mamita. Estoy contento, triste porque tengo que dejar a papá y enojado porque ella es mala... Ella mató a mama y me esta matando a mí... Ahora estará feliz... Lo que ella no sabe es que a mama la espero un ángel y a mi también me espera uno... A ella le queda poco tiempo... Y su ángel es uno negro... y se la va a llevar a otro lugar... ¿Como lo sé? Él me lo ha dicho. Lo he visto en sueños. Él me dijo que hoy he de estar con mi mama y que ella va a estar en otro lugar. Uno oscuro y tenebroso... Ahí viene mi ángel... Adiós papito... te quiero a pesar de todo... adiós papito mío... Autora: Azucena Publicado en: www.losmejorescuentos.com

La Visita...

La historia de Sara y el pequeño Nos, recordada por ella en:
Su voz dulce y cautiva resonó en mi cuarto un par de veces. Reaccioné como cualquier persona, intentando ignorarla y seguir durmiendo, no pude al poco tiempo su silueta asomaba tras la ventana iluminada fantasmagóricamente por la luna, así que me levante. Camine firme hasta la cocina, algo enfadada por haberme desvelado, sin preocuparme quien había sido, al día siguiente debía despertarme pronto y no estaba dispuesta a perder el sueño. Me hice un té y como estaba muy caliente me fui al cuarto, me senté frente a la ventana sujetando la taza, no se porque pero me quedé ahí mirando sin esperar nada, solo, quería dormir.
Una nube oscura dejó ver la luna que resplandecía, su brillo llegaba hasta los cristales y… ¡qué demonios es eso! Un ser muy firme y erguido de aspecto angelical pero muy raro estaba embobado mirándome, ¡joder me había derramado el té encima! Me agaché para sacudirme pues me estaba quemando y cuando levanté la vista…me llevé un susto aún mayor, ese ser había atravesado la ventana y estaba ahí de pie a medio metro de mí. Me fui hacia atrás tan despacio y rápido como pude y entonces habló: “Nos estamos contentos de verte” “A Sara Nos no debería asustarla”. Tan pronto como se calló salí del cuarto y me colgué el abrigo para acercarme,he ir al bar de Antón. Salí temblorosa, me encontré a los perros plácidamente dormidos en la entrada y más allá en la puerta a la calle ese…eso, ahí pasmado:
- ¿Por que no desapareces? ¡Elegiste un mal día para venir! – le grite, los perros se despertaron pero no parecían verle.
- “Nos esta aquí para conocerte, cualquier día es estupendo.”
- ¿Te llamas Nos?, mira Nos, mañana es un día muy importante para mi, debo descansar así que o me dices que quieres o te vas y me olvidas.
- Nos ya te lo ha dicho, Sara no escucha. Quiero que conozcas a mi familia, Nos va a pasar un tiempo con tigo, para saber de tu especie.

Aparecían por todas partes, eran muy altos y elegantes, a pesar de esa expresión rara. Nos era mucho más pequeño que los demás, no fui capaz de soportarlo, me volví y me encerré en la casa, aunque pensé que si él se pudo colar porque no iban ha hacerlo los demás así que salí de nuevo.

- Heme aquí rodeada por unos seres desconocidos como desconocidas son sus intenciones y como protección tres perros a los que parece no importarles esta visita.
-¿Y bien? ¿Dime Nos cuales son tus padres? ¿Si hablo con ellos os iréis?
-Ellos si yo no,...estos son mis hermanos.
-Estupendo…(si tengo que presentarme ha todos hoy no duermo)
-Hermanos esta es Sara si algo me ocurriese venid a por ella.
-¿¡Qué!? Bromeas…
-O no me has entendido, quería decir que tu estarás al corriente de lo que haga y siempre estaremos en contacto.
-Siempre?? Espera, dime cuanto piensas quedarte y ahora que lo pienso, ¿de donde demonios vienes?
-Nos piensa que eres divertida.
-Pues tú no lo eres, contesta ¿cuanto piensas estar aquí?
-Unos ciento veinte años hasta que sea mayor.
-…
-Estás muy pálida Sara.
-Sabes creo que no duraré ni hasta los veinte junto a ti... Y deberías saber que los humanos no vivimos tanto…Espera aquí voy ha echarme una copa.
-¡Sara! no quieres saber de donde viene Nos, te lo mostraré…
-Otro día, tranquilo o tranquila, lo que seas…Tenemos mucho tiempo…eso me temo…
- Pues Nos teme lo contrario, se hacerca el día del destierro...!!

Terror en la red

¿Has hablado alguna vez con gente muerta?
Yo solía ser un hombre incrédulo, racional en toda circunstancia. Yo solía hacer chistes con los muertos, con mis muertos, tomar a broma los relatos de apariciones, conjuros y todo lo relacionado a espíritus. Ahora ya no puedo.

Es maravilloso el avance la tecnología. La primera vez que me invitaron a una página social no sabia por donde empezar, con tanta información. Subí mi foto, llené mi perfil, y sin mentir, me dediqué a adornar tanto como pude mi solitaria vida. Ya que tenía algo de práctica y después de aceptar a algunos contactos como mis amigos, me aficioné a visitar páginas de antiguos conocidos, con lo que me entretuve y me asombré de todo lo que puede contar una foto o un detalle de las personas, más allá de lo que afirman sobre su vida.

Ya no vivo en mi ciudad natal, y había perdido contacto con muchas personas, incluso de mi familia, así que en mi búsqueda encontré de todo: los que gustosos exhiben sus logros de vida (y a veces presumen) lo que han logrado o disfrutado: buena vida, buena fiesta, excelentes viajes, una linda familia, un envidiable coche; los que aparentan y no son: felices, inteligentes, exitosos o ricos; las que intentan superar un trauma de juventud: operadas, con lentes de contacto de color o con peinados a la moda; los que opinan de todas las publicaciones o fotos de los demás; los que pasan su día dedicados a ganar puntos o medallas en sus juegos favoritos y que sus noticias nos informan acerca de su nivel de jugador o solicitan ayuda para mejorarlo; los que se suman a páginas o redes activistas, de ex alumnos o de artistas; los que recuerdan el pasado en fotos o narrando aventuras.

Me sentí nostálgico cuando revisé perfiles de antiguos compañeros de escuela o de trabajo, me alegre por algunos y compadecí por otros; me reí pensando que unos no cambian, me impactó ver como otros han cambiado demasiado, ojala en todos los casos para bien. Mi curiosidad me llevó a buscar a mis ex novias o chicas con las que salí y no sabía nada de su vida. En algunos casos la información era pública y sórdidamente me divertí un rato, mientras que en otros me quedé con las ganas de saber si salían con alguien, tenían hijos o se habían puesto gordas.

Es curioso ver las fotos que publican, algunos para presumir cómo viven o viajan, otros sólo para compartir cosas importantes de su familia. Algunos ponen 25 fotos de la misma escena, y tienen colección de todos los acontecimientos, aunque sean cotidianos. Las fotos principales, que van junto al nombre, también revelan aspectos importantes: los hay quienes están solos, en primer plano, al fondo en un bello paisaje, acompañados de su pareja, solo con sus hijos, o todos juntos. A veces aparecen sólo sus hijos, un dibujo o un logo. Y algunos, extrañamente, no ponen una foto jamás.

Así que ese archivo, esa vida virtual, se convierte en un reflejo de la propia vida. En casi todos los casos, porque los muertos no pueden narrar lo que piensan o sienten. O eso era lo que yo creía.

Solía revisar mi página unas cuatro veces por semana, aunque al principio, con la novedad, pase algunas semanas haciéndolo a diario, incluso dos o tres veces al día. Un día, se me ocurrió una broma macabra para el día de halloween: abrir una cuenta con el único compañero de generación fallecido; enviaría mensajes al resto de la generación y conseguiría polémica, susto entre ellos y para mí, mucha diversión.

No sé realmente porqué pensé que sería divertido. No sé porque pensé en Horacio, ya que era un buen tipo, moderadamente bien parecido y popular, aunque nunca fuimos muy cercanos. Supongo que por esa razón, nunca conectarían que yo pudiera administrar esa cuenta falsa. Éramos compañeros de salón, algunos años en la pequeña ciudad a la que pertenezco, hasta que él se había mudado a otra ciudad y yo a la capital del país. Un día, de forma extraña, hace unos 11 años ya, recibí una llamada en mi trabajo. Era Horacio, interesado en hacerme unas preguntas porque sabía que yo vivía en la capital, y pensaba visitarla. En el anuario consiguió el telefono de la casa de mis padres, mi madre le había dado mi nuevo número.

No me dio muchos detalles, solo dijo que andaba tras una muchacha por aquí y que necesitaba los datos de un hotel cercano a su casa y económico. Se los di, junto con el número del apartamento donde yo vivía. Pasaron algunos días y una noche, mientras bebía una cerveza frente al televisor, sonó el teléfono. Era Horacio, se oía abatido y triste. Me agradeció los datos del hotel, que le había resultado cómodo y me contó que las cosas no habían salido bien, que había visto y salido con la mujer a la que pretendía, pero que ella lo había rechazado, al parecer tenía un novio. Entonces intenté consolarlo, compadecido de que se encontraba solo en una ciudad grande y recurriendo a alguien relativamente extraño. Así que lo invité al apartamento, a charlar y beber, pero rechazó la invitación. Si me informó cuando regresaría a su ciudad no lo recuerdo.

Pocas semanas después, experimente una dolorosa sensación: me había enterado de la muerte de Horacio, que fue en su departamento, en circunstancias extrañas, de las que realmente nadie sabe, ya que circularon varias versiones: un asalto, un accidente casero… todo en medio de sangre. El cadáver lo encontró su hermano, que fue en su búsqueda después de algunos días de no contestar sus llamadas. Eso debió ser perturbador, porque regresó a vivir con sus padres después de aquello. Mi madre me informó la tragedia cuando lo leyó en el periódico local, al recordar que le había llamado preguntando por mí.

Llevé a cabo mi plan: Abrí la cuenta después de averiguar algunos detalles como fecha de nacimiento. Pasé algunas horas aquel viernes enviando mensajes de contacto a cada uno de los compañeros de la escuela, siguiendo una lista que previamente elaboré para evitar olvidar alguno, empezando por sus amigos cercanos o quienes aparecían frecuentemente en algunas fotos viejas que había conseguido. Claro que no me olvidé de las chicas que se rumoraba le gustaban o había salido con ellas. Me tardé bastante y aún con lo cansado que estaba después del trabajo, complete la lista y oprimí enviar.

Pero sin conocer las reacciones de todos esos contactos, me llegó el primer mensaje. Fue a la mañana siguiente de enviarlos, movido por la curiosidad, ingresé a mi cuenta con la idea de leer mensajes de pánico o de indignación (más respeto a los fallecidos) y tenía un mensaje en la bandeja de entrada. Remitente: Horacio Cárdenas.

Me temblaron las piernas y una oleada eléctrica me recorrió la espalda. ¿Alguien me estaría devolviendo la broma? Nadie conocía mi intención de hacerla ni la palabra clave de ingreso a la cuenta. Al leer el mensaje reconocí a su autor: Horacio. –Hola- recitaba el saludo, -desde mi visita a tu ciudad mi vida se complicó, hasta terminar, ahora estoy en un lugar extraño y he encontrado la forma de conectarme contigo, espero me ayudes-. Esa fue la primera pista, nadie, -ni mi madre- sólo la mujer que visitó y yo, sabíamos que había estado aquí.

Fueron los dos días más angustiantes de mi vida. El fin de semana más espantoso. Cerré de golpe la computadora y me salí del departamento. Caminé nerviosamente por la calle y me detuve a comprar un café. Todavía era muy temprano, había poca gente y yo me sentía asustado y perseguido. Volví como a la media hora, intentando convencerme que haber dormido poco me había afectado. Abrí la computadora y entonces leí: -No te asustes, compañero, que lo que hayas oído de los espíritus malos no aplica en mi caso, te perdono la broma, pero en serio necesito tu ayuda. P.D.: ¿Te gustó tu café?
Poco a poco el espacio público se fue llenando de los esperados mensajes, de casi todos los que había contactado, excepto yo. Mandaría alguno o sospecharían. Me fue difícil porque me temblaban tanto los dedos que escribir se hacía casi imposible.

-Necesito que mi familia sepa porqué morí- Me pedía en su siguiente mensaje. Yo daba vueltas de un lado a otro, no tenía hambre o sueño y casi me da un infarto cuando sonó el teléfono. A pesar de que era un insistente vendedor de seguros, agradecí su llamada y la atendí como una forma de sentirme acompañado o auxiliado por alguien.

Por fin me decidí a responder los mensajes, cuando comprobé que sólo a mí me habían llegado. –¿Qué quieres que haga? Si puedo, te ayudaré, pero antes dime: ¿que fui a hacer a tu casa el segundo año que compartimos juntos?- Intenté autentificar que fuera él, haciéndole una pregunta difícil de recordar para él o de saber para alguien más. –Un trabajo de maquetas- escribió, -lo recuerdo porque manchaste mi silla favorita mientras comentabas que te gustaba mi colección de cochecitos, sobre todo el cavalier sedán 1953-. Increíble la precisión de la respuesta, así que me convencí.

-Te contaré la verdad de mi muerte y te encargarás de que la sepan, y cuando mueras notarás de algún modo que habré agradecido lo que haces por mí -. Pensé que era mejor que no me agradeciera de ningún modo ni que mencionara mi muerte como un evento cercano, a pesar de saber que era un evento inevitable.

-Después de estar aquí en tu ciudad y ver a la mujer de la que estaba enamorado, regresé a la mía, profundamente triste. Ella me rechazó, de una forma cruel después de haberme dado esperanzas, de recibir regalos y atenciones de mi parte y de pedirme que la fuera a buscar. No sabía porque lo hizo, hasta el día en que morí. Tenía lágrimas en los ojos la última vez que nos vimos, pero pensé que eran fingidas, pensé que realmente era una mala persona, pero es un ángel. Pensó en sacrificarse por mí y no supo que alguien terminó sacrificándome.-

De repente mi miedo se confundió con mi curiosidad, con las ganas de resarcir no haberlo escuchado aquel día que me llamó afligido y que ahora podía compensar…¿informando a la familia lo sucedido? Me creerían o peor aún: ¿Me culparían de alguna forma?

-Aquella noche en la que morí, abrí la puerta, saludé a mi visita, y después de ofrecerle alguna bebida, recibí un golpe en la cabeza que me aturdió, con el mismo vaso en donde le había servido un refresco. Sin recuperarme aún, me acusó de pretender a la mujer que él amaba, a la que había amenazado para que me dejara pero que de cualquier modo sabía que yo seguía presente en su corazón, que mientras viviera no había esperanza de que me olvidara y peor aún de que lo amara a él. Así que me asestó tres puñaladas mortales y luego me empujó con fuerza tal que recibí un fuerte golpe en la cabeza. Diles a mi madre y a mi padre que mi asesino lleva mi sangre y vive con ellos. Dile que fue mi hermano quien hundió su cuchillo en mi cuerpo.-

Al leer aquello me dio vueltas la cabeza, como les diría, no tenía pruebas, me quedaba claro que era una advertencia importante y tenían que saber. Era mi responsabilidad. Pase esa noche revolviéndome en mi cama, y cercano al amanecer me venció el cansancio. Dormité algunas horas y en la mañana me levanté mareado y vomité un poco. Hacia el mediodía comí ligeramente, presionado por las treinta y dos horas que tenía sin comer. En la tarde me decidí y llame a sus padres, pensando que avisaría que iría a visitarlos para darles la noticia en persona.

Así que llamé, sin pensar mucho que pasaría si contestaba el hermano, o que pasaría si al llegar allá me toparía con él. Pensé en anunciarme para el siguiente fin de semana, ya que el viaje sería largo. –Bueno-, contestó su madre quedamente, con un tono que se me figuró tendría después de mucho llanto.
-Sra. Cárdenas, habla un amigo de Horacio, ha pasado mucho tiempo y no creo que se acuerde de mi, tengo algo importante que decirle y me gustaría ir a verla, vivo en la capital y quizá haré el viaje la próxima semana, ¿podría recibirme? Lo que tengo que decirle también concierne a su esposo- Me pareció oír un sollozo, y la madre de Horacio me contestó: -Efectivamente no te recuerdo, pero te recibiré. Aunque podría no ser la próxima semana, sino hasta dentro de algunas más y no estará mi esposo ya que lo enterramos el día de ayer-. –Disculpe, ¿Necesita ayuda? ¿Cómo murió?- Pregunté cortadamente – Fue muy extraño, sospechamos de suicidio, aunque tenía un golpe en la cabeza difícil de provocárselo él mismo, pero no te puedo dar detalles, tengo que colgarte, llama después, por mi no te preocupes, estoy con mi hijo menor, que me cuida.- Y cortó la llamada.

El corazón me latía aceleradamente mientras colgaba. La muerte del padre de Horacio sucedía mientras me asignaba mi misión. ¿Era responsable ahora por la suerte de su madre? ¿Debía llamar a la policía? ¿Quién me creería? Irracionalmente pensaba también en algo que me producía más terror: Ver descubierta mi broma en la red y las consecuencias que había traído. Lloré apesadumbradamente sobre mi computadora.

De repente, de un sobresalto me levanté de mi escritorio, habían pasado algunas horas, pero aún era viernes. El mensaje estaba terminado, la lista de nombres completa, sólo faltaba oprimir enviar, al parecer me había quedado dormido. No sentí alivio, pero al intentar borrar de mi máquina y de mi mente aquella horrible broma, abrí un mensaje del hermano de Horacio que decía: -Confío en tu silencio, sé que vives solo- Autora: Lura Barreda Publicado en: www.losmejorescuentos.com

La noche del cerdo

Allí, en aquel lugar indefinido, sólo comparable a una pampa subterránea, entre una multitud de rostros desconocidos, estaba yo. Una luz, cuyo origen permanecía oculto, iluminaba en forma intermitente sucesivos sectores de aquel grupo fantasmal. Cuando la luz barría la oscuridad, se divisaban algunos rostros desconocidos, manos y brazos alzados. Llegué a pensar que en algún lugar estaría funcionando un faro. Mi desorientación era mayúscula. Desesperadamente trataba de entender qué había sucedido.
¿Qué fue lo que me sumergió en ese abismo de profundidad ignota? ¿Fui voluntariamente? ¿fui arrastrada por algún poder sobrenatural?...¿por qué? ¿por qué estaba en ese lugar? Y... ¿qué hacía ahí? No aparecía ni la más pequeña señal que me indicara algo sobre él. Lo único a lo cual podía acudir para responderme, era a la religión, la literatura y a la pintura. Sí, ese era el Infierno, el Hades, el Averno, no había dudas, Platón y el Dante lo habían descripto, los pintores lo habían plasmado y yo había sido enviada a él por alguien que tenía el poder de hacerlo.
Lo cierto es que allí estaba, en una noche que no podía ser imaginada en otro lugar que no fuera la eternidad. El tiempo familiar, el tiempo cotidiano, no tenía cabida; todo lo que allí experimentaba daba la sensación de que no tendría fin, que no tenía pasado ni tendría un tiempo en que sería distinto.

En ese fárrago de luces y sombras, de bordes indefinifos, de bultos y siluetas imprecisas, ¡el cerdo! Un inmenso cerdo gordo y rosado, repulsivo, manteniendo el equilibrio y avanzando en posición vertical, semihumana. Mi locura me ayudaba a interpretar todo como podía y supuse que en el Infierno, él era el perseguidor que los poderes dominantes de ese antro, me habían asignado. Peor que las serpientes, el basilisco, el dragón, este cerdo de mi versión infernal era ¡tan asqueroso! ¡tan detestable
El maldito cerdo se me acercaba con toda la lujuria de la bestia en celo. Mi mente se paralizaba y luego continuaba emitiendo locamente posibles interpretaciones de la situación. Todo esto ocurría mientras yo trataba de ocultarme de su mirada. Me sumergía en los lugares más oscuros y pronto éstos eran alcanzados por la luz y yo quedaba nuevamente al descubierto. Y cuanto más trataba de escaparle, de que no pudiera acercarse, me sorprendí a mí misma deseando que me alcanzara. Ësto me producía mucha repulsión hacia mi propio cuerpo. Deseaba desdoblarme pero no sabía si en realidad era yo mi cuerpo o lo tenía como una posesión accidental. Si solucionaba ese dilema, ya no tendría más una u otra de las sensaciones. ¡Qué sensación inédita, tremendamente desagradable, estaba experimentando!
Por un momento, los ojos del cerdo se volvieron casi humanos, suplicantes, expresando un sentimiento que se podría comparar al amor no correspondido, pero en este caso no era amor. Lo sabía. ¿Qué tormento puede ser peor que esa pesadilla?
¿Qué oscura culpa estaba yo espiando cuando a pesar del asco que me producía el cerdo, me sentía impulsada a responder al llamado de su lascivia?
¿Cómo podía dejar siquiera que me rozara con su cuerpo? Sentía que me tocaba la cara y que, torpemente, intentaba abrazarme. Una fuerza paralizante me ponía a su merced por algunos instantes y una ola de placer me recorría el cuerpo. Ahora me alcanzará, me rodeará con esfuerzo entre sus... ¿sus qué? ¿Cómo nombrar sus miembros delanteros? ¿Sus manos, sus garras, sus pezuñas? Luego, la náusea me invadía y horrorizada huía de su lado.
Esto se repetía sin solución de continuidad. Creo que viví siglos huyendo y gozando alternativamente con el cerdo.
A veces lograba ocultarme entre la multitud, allí donde ésta era más densa, pero siempre presintiendo, temiendo y deseando que el cerdo me encontrara, que se me acercara, que frotara su cuerpo grasiento contra el mío desnudo, que me olfateara, jadeando todavía por el esfuerzo que había realizado para alcanzarme y por el deseo de poseerme. ¡Cómo me retorcía en ese infierno de abominación y placer al mismo tiempo!
No sé cómo logré salir de ese lugar, debo haber cerrado los ojos.

Después de este sueño y siguiendo una sugerencia de Marcos, comencé a leer las “Confesiones de un comedor de opio inglés” de Tomás de Quincey. Hice comparaciones y puedo decir que mis torturas en el sueño superaron a las suyas producto del opio, por la misma monotonía de las imágenes. En mi sueño no había cambiantes escenarios orientales ni ejércitos romanos ni cortes reales en plena danza. No había en mi pesadilla encuentro alguno con un ser querido como Ann. Todo el contenido de mi sueño era un repetir –eternamente- los mismos movimientos y gestos, en esa infernal relación entre el cerdo y yo. Autora: Martha Alicia Publicado en: www.losmejorescuentos.com

La advertencia

Sólo quería ayudar,ese fue mi error. Aquí en esta institución psiquiátrica no me tratan mal,¿loco?, puede, no escribo esto para debatirlo, escribo por que es la última oportunidad de avisarte.
Nadie me creyó. Hay días que pienso que fue un sueño, la medicación, supongo. Sé lo que vi, y sé que no soy el único, por esta razón te prevengo, por lo que mas quieras,nunca cierres los ojos en la ducha!!.
Diecinueve años le seguí la pista, tuve decenas de sesiones con sus victimas, le llamaban de muchas maneras, el duende de la ducha, demonio, cosa, espectro.Todos acabaron muertos o locos, en el mejor de los casos. Los muertos se encuadraron en accidentes domésticos, resbalón en la ducha..etc.
Recuerda esto, cuando te duches puede que no estés solo, no cierres los ojos, quién sabe que puedes ver al abrirlos. Autor:Javier Vizcarri Publicado en: www.losmejorescuentos.com

Ludopatic

La tenue luz de una vela era el único manchón luminoso en la habitación donde despertó.
Sus ojos no tardaron en acostumbrarse a la penumbra. Permaneció sentado en la silla donde se encontraba maniatado, mirando aquella luz proveniente del fondo de la estancia.
Poco a poco, Tomás salió de la inconsciencia en la que estaba sumido. Quizás gracias al dolor inconcebible que le llegaba del pié derecho. Giró bruscamente el cuello, buscando con la mirada el dolorido miembro. Después, comenzó a gritar.
Pareció más sorprendido de no oír su propio alarido que de ver un roedor del tamaño de un conejo dándose un suculento festín con varios dedos de su pié.
Volvió a chillar mientras intentaba zafarse de la alimaña, meneando torpemente las bien amarradas piernas. El aullido inaudible no espantó al roedor, que parecía haber elegido como segundo plato un jugoso tendón de Aquiles.
Horrorizado, Tomás volvió a gritar cuando las fauces del bicho estuvieron a punto de cerrarse sobre el vital ligamento.
Esta vez sí oyó su voz, que rebotó contra las paredes de la angosta habitación. El dolor desapareció, al igual que el inmenso ratón; y como por arte de magia, volvieron a aparecer los dedos amputados.



No entendía nada. ¿Qué había ocurrido? Empezó a investigar a su alrededor con la vista, pues las correas que lo fijaban a aquella silla seguían en su sitio.
Primero descubrió que su cuerpo estaba desnudo. Luego, que el habitáculo que ocupaba parecía desprovisto de puertas y ventanas. La luz era débil, pero suficiente para saber que estaba encerrado. Si no había entrada… ¿Cómo había entrado allí? Éste pensamiento racional empezó a poner nervioso a Tomás, que volvió a gritar.
La ansiedad lo dominaba, y durante unos minutos, continuó con sus gritos y demandas de auxilio. Al comprobar que no recibía respuesta alguna, el pobre hombre desistió.
Súbitamente, mientras observaba la llama, ésta duplicó su intensidad; para un instante después, apagarse completamente.
La oscuridad dominó en la sala, y Tomás comenzó a llorar. No entendía nada de lo que estaba sucediendo.
De repente, mientras sollozaba, nuevas luces inundaron su visión.
La mesa y la vela habían desaparecido. El lugar ahora era ocupado por tres máquinas tragaperras. Sus parpadeantes destellos iluminaban vivamente las grises paredes.
La adicción que Tomás tenía a estos aparatos no soportó aquella visión, y a sabiendas de las apretadas correas, hizo un esfuerzo por liberarse desesperadamente.


Nuevamente, quedó atónito al levantarse inmediatamente de la silla. No había correas ni cordeles que lo retuviesen y poco le faltó para desnucarse, al levantarse con tanto ímpetu.
Se acercó a las máquinas y descubrió una moneda dorada en cada uno de los cajones. Con mucha cautela, acercó la mano a una de ellas. Cuando sus dedos la prensaron, rápidamente la llevó ante sus ojos.
Anonadado quedó, al ver que la moneda tenia acuñada su cara en uno de los lados. El otro carecía de inscripciones; y por el peso, Tomás supuso que sería de oro.
Al dirigirse al monedero de la máquina, dispuesto a echar una partida, se percató del letrero que parpadeaba, alternando luces de colores locamente.
“UNA MONEDA, UNA PARTIDA”
“RECUERDE: LA EMPRESA NO SE RESPONSABILIZA DE LOS POSIBLES DAÑOS”
Le hizo sonreír sarcásticamente. Tomás pensó que el daño se reducía a perder una moneda que ni siquiera era suya, y no dudó en introducirla en la ranura roja.
Cuando activó la manivela, las tres ruletas de la máquina, que se mostraban en reposo como agradables frutas de tonos chillones; giraron rápidamente, mostrando un popurrí de colores sin sentido. Los ojos le brillaban; y parecía haber olvidado la situación tan extraña en la que se encontraba.
La primera ruleta paró en seco y el rostro de Tomás palideció. La figura de una rata aparecía entre una calavera y una guillotina.
La adrenalina se disparó cuando la segunda ruleta se detuvo mostrando unas letras encuadradas en un pequeño marco rojo. “NHO3”
La tercera de las ruletas se detenía iluminando el inequívoco símbolo de un relámpago.
Las luces desaparecieron y Tomás quedó inmóvil, pegado a una pared, gritando. No cesó de hacerlo hasta que la vela situada encima de la mesita iluminó de nuevo la estancia. Dejó de gritar, a la par que sentía de nuevo las correas que lo unían a la silla.
Otra vez sintió la punzada de dolor en el pié. Sin necesidad de mirar, ya sabía que ocurría. Un enorme ratón le estaba cercenando al completo la tibia y el peroné de su pierna derecha, mientras los jirones de carne y los hilachos de sangre volaban por la sala. En medio del sufrimiento, sintió como algo le mojaba la mano. Pero por desgracia para él, no era sangre. De forma repentina, la piel empezó a burbujear, humeando intensamente y efervesciendo. Una nueva gota cayó en su hombro; y detrás de ella, otra.
Alzó la mirada y horrorizado descubrió que un bote de ácido nítrico, asido de un gotero; se balanceaba y dejaba caer aquel líquido en cada sitio por donde se movía. Una de las gotas alcanzó al animal, que cenaba alegremente; y que tras proferir un pequeño gruñido, abandonó el manjar y corrió al refugio que le brindaba la oscuridad.
La lacerada pierna ya no era un incordio. Todo su sistema nervioso estaba ocupado enviando al cerebro el dolor producido por las quemaduras del ácido.

Su agonía cesó rápidamente. Cayó en la inconsciencia cuando un relámpago apareció en la sala para fulminarle.
Cuando Tomás recuperó la consciencia, sólo pudo abrir los ojos. No sentía su cuerpo; pero seguía viendo. De nuevo, la vela había desaparecido y las tres máquinas tragaperras seguían con su cantinela luminosa. Entre los dientes, Tomás grito:
-¡Basta! ¡No quiero jugar! ¡Que alguien me saque de aquí! ¡Nunca más Jugaré!
Las máquinas desaparecieron y en la oscuridad, Tomas se desvaneció.
Cuando despertó, se encontró en la cama de un Hospital.
Recordaba el día anterior, cuando Samanta lo abandonó tras averiguar que había fundido los ahorros matrimoniales de treinta años. Él dijo que lo había invertido mal, pero sabía que no era ésa la verdad. Lo había perdido jugando a las máquinas en el casino.
No le sorprendió descubrir que le faltaba la pierna derecha y que su cuerpo estaba cubierto de vendajes.
-Señor Sánchez, ha tenido un accidente muy grave con su coche. Puede dar gracias a Dios de estar vivo, aunque lamento comunicarle que ha perdido una pierna.- Le explicó una doctora, que no entendía la sonrisa de oreja a oreja que exhibía su paciente.



Siguió sonriendo durante días.
Al fin y al cabo, había tenido suerte. Nunca olvidaría aquel tétrico gráfico de la guillotina, al igual que nunca más estaría a menos de medio kilómetro de una máquina tragaperras. Autor: Pedro Pastor Publicado en: www.losmejorescuentos.com

Rosalie

Maya era una chica muy amable, a la que le gustaba ayudar a los demás. Se podría decir que era muy buena persona, además de ser realmente hermosa.
Sus ojos eran azules como el mar, sus cabellos le llegaban hasta los hombros y tenían un oscuro color negro. Su piel era algo pálida, la cual, combinada con el negro de su pelo la hacía aún más bella. Casi siempre iba vestida con ropa de color rosa y llevaba una gorra blanca.

Justo aquél día cumplía 18 años. Pero como no había podido preparar ninguna fiesta para celebrarlo y no se le ocurría una idea mejor, salió a pasear.
Eran ya las ocho de la tarde, por lo que el pueblo donde vivía ya empezaba a estar oscuro.

Llevaba un buen rato caminando cuando la vió. Sentada en un banco se encontraba una niña de cabellos rubios que no debía tener más de 10 años. Iba vestida con un camisón blanco, cuyas mangas estaban completamente manchadas de sangre, lo cual asustó a Maya. Se acercó lentamente a la niña, y con horror pudo observar que tenía el rostro lleno de rasguños y algunas heridas más graves por las que no paraba de salir sangre. Por si fuera poco, a la pequeña le faltaba un ojo.

-¿Cómo te llamas?- le preguntó Maya a la niña, pensando en como podía seguir viva.
-Rosalie...y TÚ- le miró fijamente con el ojo que le quedaba- vas a ayudarme...- su voz sonaba escalofriante, aún siendo tan joven.
-¿Y en que puedo ayudarte?- dijo Maya, intentando ocultar el miedo que sentía.
-Verás, el día en el que morí se produjo un tremendo error. Por alguna razón, mi alma y mi cuerpo de separaron, y yo me sentía perdida... Sin querer me metí en el cuerpo de una chica, llamada Rosalie, la cual tenía siete años. Tres años después, la asesinaron, o, mejor dicho, ME asesinaron. Y ahora necesito que me ayudes a saber que me pasó en mi antigua vida, la real. Lo que pasa es que yo... vengo del futuro.-
La joven no podía creer lo que acababa de escuchar. Presa del pánico, corrió hacia su casa.

Al llegar no encontró a sus padres en ninguna habitación, la única que le faltaba por revisar era el baño. Cuando abrió la puerta y vió lo que tenía delante, no pudo evitar gritar de espanto.
En el suelo se encontraban los cuerpos sin vida de sus padres, decapitados y cubiertos de sangre.

Entonces reparó en que había algo escrito en el espejo, con sangre. Lo leyó:

EN MI VIDA ANTERIOR, MORÍ EL DÍA EN QUE CUMPLÍA 18 AÑOS, MI NOMBRE ERA... MAYA.

Al dia siguiente, la encontraron muerta junto a sus padres, pero no había rastro de sangre en el espejo.

Enterraron a la familia en el cementerio. En la lápida de Maya ponía, exactamente:

\'\'Maya Luna Vera,
1991- 2009
Siempre te querremos.\'\'

Pero, inexplicablemente, dos días después algo había ocurrido. Esta vez, estaba escrito:

\'\'Maya Luna Vera & Rosalie Jane Rueda,
1991- 2009 / 2000- 2010
Siempre os querremos. Descansad en paz.\'\'

Un espíritu, un alma perdida, contemplaba la tumba desde lejos. Recordó con odio como aquella chica la había expulsado de su cuerpo, y una única palabra se grabó en su mente: VENGANZA Publicado en: www.aterrorizar.com

AHORA VIENEN LOS CUENTOS

A partir de este espacio, encontrarás muchos cuentos fantásticos, esperemos que te gusten y también que comentes.

Webquest "EL cuento"

El cuento fantástico

Cuento fantástico

De Wikipedia, la enciclopedia libre

El cuento fantástico narra acciones fatales y atemorisantes; pero en un momento determinado aparece un hecho sorprendente e inexplicable desde el punto de vista de las leyes de la naturaleza.

Aunque se basa en elementos de la realidad -por ejemplo, un misterio por resolver, un tesoro escondido- presenta los hechos de una manera distinta al modo habitual de ver las cosas, de una manera asombrosa y, muchas veces, sobrenatural. Esta situación provoca desconcierto e inquietud en el lector.

El autor Italo Calvino nos dice, el «cuento fantástico» nace en Alemania como sueño con los ojos abiertos del idealismo filosófico, con la declarada intención de representar la realidad del mundo interior, subjetivo, de la mente, de la imaginación, dándole una dignidad igual o mayor que a la del mundo de la objetividad y de los sentidos, Por tanto, ésta también se presenta como cuento filosófico, y aquí un nombre se destaca por encima de todos: Hoffmann.

Definición

Un relato fantástico se basa en lo irreal y causa un efecto de realidad, por lo que el lector encuentra una lógica a lo que está leyendo. El personaje no distingue lo que es real de lo que es irreal. Dentro de éste género lo imposible es posible. El espacio en el que viven los personajes es ilógico y sigue normas irracionales, como en "Alicia en el país de las maravillas". Por la suma de elementos reales y de elementos extraños e inexplicables, hace vacilar entre una explicación natural o una sobrenatural y deja al lector sumido en la incertidumbre.

Recursos que utiliza

Estos contribuyen a que los hechos no puedan ser explicados racionalmente.

  • El punto subjetivo del narrador, a menudo centrado en el protagonista.
  • La imprecisión en los nombres y en las características de los personajes.
  • Las imprecisiones y confusiones espacio-temporales, lo que genera una atmósfera de irrealidad.
  • La presencia de estados de alucinación o sueño de los personajes, que rompe los límites entre lo real y lo surreal.
  • La referencia a sucesos inverosímiles o increíbles.